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14 de Marzo
“yo con yo” es el nombre del grupo de whatsapp que tengo conmigo misma para mandarme todo lo que necesito en el celular (o simplemente para guardar lo que no se me puede olvidar… como contraseñas, tareas, etc). También es la forma en la que algunos le llaman a la masturbación y es, tal vez, la relación más complicada en el mundo de las relaciones complicadas.
¿Por qué? Farid Dieck, un músico y escritor mexicano (muy churro por cierto) lo dijo de la mejor manera: “la relación contigo mismo es la más complicada porque no puedes huir de ti”.
Tú eres el único para siempre, el más sincero para toda la vida y el más auténtico en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad. Por eso, tarde o temprano toca escucharse, ponerse en la tarea de conocerse y de darle herramientas a esa Mia Colucci Interna que piensa “¡qué difícil es ser yo!”.
Y esa tarea es como prepararse para una primera cita… con una relación que se llama auto-estima y que significa empatía hacia ti misma.
Lo primero que tienes que saber, es que no es como te la pintan, porque una sana autoestima es más que una persona que físicamente se siente bonita.
Más bien, es como una persona que se re-conoce a sí misma, que no sufre de inferioridad ni superioridad, que no pierde el tiempo pensando en lo que los demás piensen de ella y no se siente culpable por no gustar. Que no es moldeable, que no solo “la tiene clara” sino que a sí misma “se tiene clara”, que no se deja manipular, que no necesita la aprobación de los demás, que es coherente, congruente y que si sigo, me va a dar un infarto de pensar que suena muy bonito, pero que en mi caso, mi auto-estima y yo apeeenas estamos empezando (y eso que ya llevamos por lo menos dos años en el proceso de re-conocernos).
Pero no pasa nada… porque la autoestima es una relación; y las relaciones se construyen, día a día, pasito a pasito, como esta lista que te dejo para seguir poquito a poquito:
Empieza por tomar decisiones desde el amor, y no desde el rechazo… parece un juego de palabras, pero es más que eso, es una jugada para el alma. (Por ejemplo cuando dicen “empieza a tener mejores hábitos porque amas tu cuerpo, no porque lo odias y quieres cambiarlo”).
No esperes a tener motivación, en serio. No se puede correr el riesgo de que nunca llegue por sí sola. Esforzarse es hacer cosas sacando fuerzas del tanque de reserva y recibir motivación como recompensa (porque no siempre funciona al revés).
No te compares, pero si lo llegas a hacer… repite este mantra las veces que sean necesarias: “ellas tienen lo suyo y yo tengo lo mío”.
Define qué es lo tuyo. Cuál es tu valor. Descríbete sin usar adjetivos físicos. Qué importa si te sientes una del montón, pregúntale a tu ADN y verás cómo te dice que sí eres una en un millón.
Deja de juzgarte tanto. Hace un tiempo leí una frase que me marcó -quítale la connotación religiosa si quieres-: “Dios dijo ama a tus enemigos, y me empecé a amar a mí mismo”. No eres tú contra ti, eres tú atravesando las adversidades de la vida (que tampoco están contra ti, están para ti, para que las tomes y aprendas a través de ellas).
Aunque no tendría nada que ver con los demás, deja de idealizarlos tanto. Recuerda que aunque parezca una contradicción, hasta la persona más segura tiene inseguridades, solo que no se siente menos por reconocerlas. Todos tenemos batallas. Así que intenta cambiar la envidia o la frustración por inspiración.
Conviértete en tu mejor proyecto y en tu mayor reto. Ponte objetivos, trázate estrategias. Qué quieres ser y -¿por qué no?-, a quién te quieres parecer. Adopta hábitos de la gente que admiras, algo se te tiene que pegar.
Haz más de eso que se te da bien, así sea preparar un buen café.
Aunque ya hemos dicho que no se trata de la imagen, no uses demasiados filtros. En serio. Eso distorsiona la forma en la que te ves y no ayuda mucho con el proceso.
Habla en voz alta, canta sola, sé una loca. Cierra los ojos y baila la canción “el cuerpo es tu instrumento muévelo como se te dé la gana”.
Mueve tu cuerpo como se te dé la gana. Somos seres en movimiento y la quietud, estanca.
Escucha… a un profesional, a un amigo, a un desconocido, a un personaje de una película o de un libro.
Exterioriza, no dejes que tus pensamientos se conviertan en una bomba interna. Manifestarse, de cualquier manera, es drenaje linfático para el alma.
No esperes a creerte el cuento para actuar como si ya lo hicieras, engaña a tu cerebro y verás cómo te termina sorprendiendo.
Sufre de pibonexia, ese trastorno no reconocido por la Organización Mundial de la Salud ni por la Real Academia de la Lengua, que hace que no te pique la lengua para decir: YO SOY REGIA.
Y por último, ten presente que esta relación (como cualquier relación) no es lineal. Tiene subidas y bajadas, inviernos y veranos. así que no seas tan injusta contigo misma si ahorita no te sientes en tu mejor momento. En estos tiempos en los que la empatía está de moda… no te olvides de tenerla primero contigo misma.
Atentamente,
Ana Listas.
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