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2 de Septiembre
¿Alguna vez has sentido que no te agrada alguna parte de tu cuerpo y no puedes dejar de mirarla mientras te juzgas? Esto es lo que ocurre con la dismorfia corporal, una situaci ón incómoda que puede afectar tu bienestar y el mío.
Es importante conocer y tratar con empatía este tema para que aquellos que lo experimentan se sientan acompañados y no juzgados. Aprendamos juntos qué es la dismorfia corporal y cómo afecta a quienes la padecen.
La dismorfia corporal hace que percibamos nuestro cuerpo de manera distorsionada, creando una obsesión con nuestra apariencia. Podemos sentir miedo de aumentar de peso y al mirarnos al espejo sentir que se ve cada vez más grande, aunque esto no sea real o al contrario obsesionarnos con vernos delgadas cuando no lo estamos. Es como si tuviéramos una lupa gigante enfocada en lo que creemos que está mal con nuestro cuerpo, haciendo que nos sintamos incómodos e inseguros.
La adolescencia o la pubertad son etapas de grandes cambios en las que estamos más conscientes de nuestra imagen porque nos estamos desarrollando. Esto nos hace más vulnerables a las inseguridades y comentarios de los demás.
La dismorfia corporal puede estar influenciada por diversos factores, como la genética, nuestra historia personal y familiar, los recuerdos incómodos relacionados con el cuerpo desde la infancia, los problemas de autoestima y la presión de la influencia social para cumplir con ciertos estereotipos asociados con la belleza.
Hay algunos factores que pueden llegar a considerarse de alto riesgo para padecer este trastorno, como:
Factores genéticos: suele ser muy común que, si alguien de la familia padece este trastorno, se pueda ver reflejado también en otras personas del círculo.
Recuerdos incómodos: cuando la infancia estuvo rodeada de comentarios sobre el cuerpo y con prejuicios que generaban etiquetas según la apariencia física, es probable que hayan quedado cicatrices profundas que se reflejan incluso a través del tiempo.
Problemas de autoestima: si creés que nunca nada es suficiente cuando se trata de tu propia apariencia, es común que la mente se enfoque más en eso que cree que “te falta”, generando cierta obsesión e incomodidad constante con tu propio cuerpo.
Influencia social: ¿Quién luce mejor?, ¿qué está de moda?, ¿quién es la más linda del barrio o del salón? Vivimos en una sociedad en la que lucir bien se convirtió casi que en un deber, lo que genera presión y complejos con un estándar de belleza inalcanzable.
Existen señales claras que pueden indicar la presencia de dismorfia corporal, y aunque ciertos comportamientos a veces se normalizan, es importante estar atenta a las siguientes alertas:
Pasar mucho tiempo frente al espejo enfocándote en aspectos negativos de tu apariencia.
Evitar situaciones sociales por miedo a que otros noten tus "defectos".
Sentirte inferior a los demás.
Buscar formas de ocultar o cambiar partes de tu cuerpo.
Tener un alto deseo por las cirugías estéticas.
Creer que los demás se burlan de ti todo el tiempo.
Estas son solo algunas señales iniciales que debes considerar para identificar posibles trastornos. Sin embargo, hay muchas otras que puedes identificar con tu psicólogo de confianza, con ayuda de este profesional podrás comprender de manera más profunda tus emociones y cómo enfrentar la dismorfia corporal.
Las redes sociales y los medios de comunicación ejercen una fuerte influencia en nuestra percepción de nosotros mismos, promoviendo un estándar de belleza al que no todas podemos o queremos ajustarnos. Es importante ser consciente de este impacto y desafiar los mitos creados en torno a la imagen corporal. ¡Vamos a desmentirlos juntas!
Las redes sociales están llenas de imágenes "perfectas" que, por supuesto, están retocadas. Aunque parezca un acto en el que, probablemente, todas alguna vez hemos participado, puede ser la puerta de entrada al mundo de la comparación e insatisfacción con nuestro propio aspecto. Recuerda que lo que ves en línea no siempre es real. Aprendé a tomar las redes sociales como lo que son: plataformas que suelen mostrar la vida a través de filtros.
¡El acompañamiento es clave! Si te das cuenta de que podés estar lidiando con la dismorfia corporal, ¡comentálo! No tengas miedo de hablarlo con un profesional o una persona cercana a ti que te quiera y te respete. Este es el primer paso para encontrar una solución a largo plazo tomando los siguientes consejos de Nosotras.
¡Charlar con un profesional es lo ideal! Ellos te pueden ayudar a cachar tus sentimientos y emociones y darte tips para manejar tus rollos de una manera sana.
Todas somos únicas y especiales a nuestra manera. En vez de compararte, enfócate en lo que te hace feliz, en tus cualidades únicas y en tus detalles que te hacen top y maravillosa.
Los filtros suelen cambiar nuestra naturalidad, alterando facciones y rasgos del cuerpo; ¡son un arma doble filo! Nuestra recomendación es que uses menos filtros y empieces a amar las fotos reales para celebrar tu propia belleza.
Haz cosas que te hagan sentir muy bien contigo misma; prueba hacer deporte, meditar, juntarte con tus amigas y aprender cosas nuevas. Trabaja cada día en tu amor propio.
Compartir tus emociones con personas que te caigan bien, siempre suma. Recuerda que hablar libera peso; no guardes pensamientos negativos, déjalos salir, esto ayudará a que se transformen en pensamientos positivos.
¡Todos podemos hacer de este proceso, uno mucho más sencillo! Si conocés a alguien que podría estar lidiando con la dismorfia corporal, aquí te dejamos algunos consejos para que acompañes desde el cariño, la comprensión y el soporte positivo:
Escuchá sin juzgar y ofrece tu apoyo.
Motiva a la persona a buscar ayuda profesional.
Recuérdale sus cualidades y talentos que van más allá de su apariencia.
Evita hacer comentarios sobre su apariencia, incluso si son positivos, ya que esto puede reforzar su obsesión.
¡Recordá, todas somos más que nuestra apariencia física! La belleza real viene de aceptar y amar nuestras diferencias.
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